EQUIVOCACIONES
Por LadyBardo
Espero que os gusteeee...
No se que somos ahora. Se que no he manchado su espíritu más de lo que se esperaba cuando iniciamos nuestro viaje juntas. Pero la he cambiado. Prefiero no pensar que en algun momento algo se me ha escapado de las manos y la he transformado a mi imagen y semejanza.No, eso no puede ser así. Yo la quiero, y eramos amigas, almas gemelas. Y aun seguimos siéndolo, aun tenemos esa unión, o al menos en lo que a mi respecta. Pero ahora hemos dado un paso hacia atrás, un paso negativo y superficial. Dejé que mis sentimientos me influyeran diariamente y despues que la influenciaran a ella. Y es que solo soy una necia guerrera, que se cree muy inteligente. Sepa lo que sepa, haya vivido lo que haya vivido, no pude defender a Gabrielle de mi ser mas oscuro. Y por mi culpa nos encontramos con ese paso que tira de mi hacia atrás.Todo empezó cuando nos encontrabamos en el desierto.
Unas tribus nómadas pretendían someter a Grabrielle a la pena de muerte. No diré si fue justo o no, simplemente confesaré que mi acto de salvarla me delató. Fuí en contra de todos los principios que he intentado inculcar en Gabrielle desde que de alguna forma se esta convirtiendo en un proyecto de guerrera. Pero por si eso no hubiera sido suficiente, he de añadir, que esa misma noche, en nuestro campamento y junto a una calida hoguera, le hice una confesión: “Gabrielle, en la vida de todos hay algo que va mas alla del bien comun. Lo que tu significas en mi vida”. Tenía la intencion de que pareciese una explicación a mi comportamiento de aquel día, pero sé que no sonó así.Soy consciente del control que tengo sobre mi cuerpo y mis sentimientos y lo que puedo transmitir, y provocar. Y estoy casi segura de que lo utilicé en contra de Gabrielle. De alguna forma sentí que mi corazón se desbordaba de amor, y quizás en contra de lo que hasta entonces Gabrielle pudiese sentir, la seducí, haciéndola sentir lo mismo.
Tras aquel horrible día y junto a la hoguera, me limité animarla tan solo con una mirada, seguida de una sonrisa de total tristeza por todo lo ocurrido y un abrazo, en un intento de consolarla. Rodeé sus hombros con mi brazo y dejé que su cabeza descansase en mi hombro. Pero entonces de sus turbadores labios, se escapó un gimoteo, un lánguido suspiro mas bien. No pude evitar compartir su pena y antes de darme cuenta, la abrazaba fuertemente contra mì, mientra ella respiraba hondo en mi hombro, dejando escapar húmedas lágrimas. Acaricié su cabello, con una mano, mientras la otra la tenía protectoramente sobre su espalda, acercandola más, para que supiese que me tenia a su lado.Seguí acariciando su pelo, entrelazando mis dedos con sus cabellos, y siseando en su oido palabras de tranquilidad, a fin de que se sintiese mejor.
Al poco rato, ella salió de mi abrazo, argumentando, con una sonrisa fingida, pero sentida, que se encontraba mejor. La miré a los ojos y no quise llevarla la contraria. Tan solo sujete su rostro con mi mano y besé su frente. No es una actitud extraña entre nosotras, al menos no asi explicado. Pero se que ese gesto, normalmente simple y amistoso, pretendió ser cálido, más bien abrasador, dejando una peligrosa marca de fuego en la piel de mi amiga. En ese instante noté mi brazo aun sobre la espalda de Gabrielle y lo dejé caer muerto, para evitar que el contacto de mi piel sobre la suya, volviera a crear el mismo efecto que mis labios. Pero ella tenía otra idea en mente. Alcanzó mi mano y volvió a depositarla en la espalda, donde se encontraba. Agarró mi rostro, como hiciera yo y besó mi frente. A continuación, y como si nada de lo que había ocurrido, hubiera sido real, me miró a los ojos.
Esperaba mi reacción, y esperaba que mi reacción fuese la que fué. Utilicé mi mano y su situación para atraerla hacia mí, y cuando no había más separación que la indispensable, rocé sus labios con los míos. Fue un levisimo toque, como apertura a lo que vendría a continuación: volví a buscar sus ojos, pero en ese instante se encontraban cerrados. Volví a acercarme a ella y mantuve nuestros labios más tiempo unidos, iniciando un beso que se volvió atropellado y furioso. Tras eso, no hubo mas opción que una desenfrenada noche de pasión. …rudas caricias, prendas rasgadas y oscuros y torturantes besos…Tan solo el recuerdo de aquello me hace llorar, y al contrario de lo que siempre había pensado, no es de felicidad.Había sido una noche tan vacia de sentimientos, tan superficial… tan parecida a todo mi pasado.
Un escalofrio de terror recorre mi espalda. Gabrielle siempre ha sido quien me ayudaba en la balanza que es ahora mi vida. Y en el intento de estabilizarme a pesar del pasado, ella era todo lo positivo que tenía. Pero mi motivación para conseguir todo cambio positivo, está cambiando. O al menos nuestra relacción. ¡Y yo no quiero eso!Pero por si no hubiera sido suficiente aquella noche juntas, que apenas debió de ser una noche de descarga de pesares descartada de cualquier acto de amor, a la mañana siguiente, yo, junto con mi desconsuelo, me desperte entre mis mantas, alejada de los brazos de Gabrielle, alejada de mi despertar perfecto.Llevaba tantísimo tiempo deseándolo, y como si los dioses me odiaran, ocurre tan solo con el fin de machacarme en lo mas profundo de mi corazón: nada de dulces besos con el amanecer, ni maravillosas palabras que conllevan confesiones de sentimientos escondidos.
Nada de un amoroso despertar con su sonrisa y entre sus brazos.Esa misma mañana, cuando Gabrielle se despertó, se sentó frente a mi, con las cenizas de la hoguera testiga de todo, entre nosotras. Me miró a los ojos, y como si no hubiera pasado nada, cogió una porción de su desayuno y comenzamos a hablar.Algo tan simple como una noche con alguien, no hubiera significado nada en mi pasado. Pero con Gabrielle, el hecho de que no significara nada, me mata por dentroDe todas formas si en su día conseguí quedarme en el plano de amiga, conseguiré ahora amoldarme a la nueva situación, a la amante esporadica, la ayuda para descargarse y consolarse. Visto con algo de positividad incluso puede ser una nueva forma de acercarnos más…Y aquí me encuentro, llorando en silencio en mitad de la noche como una tonta enamorada, por mis fantasías e imposibles, mientras cerca de mí, a la distancia de un brazo, se encuentra lo único que quiero para vivir. Entonces, mirándola y recordando lo que tengo, y en parte no tengo, observo que algo perturba su sueño. Esta completamente dormida y apenas sacude el cuerpo, pero un gesto de incomodidad aborda su rostro y frunce el entrecejo, con gesto torcido.
Tiene una pesadilla y no es para menos, pues en los últimos días hemos superado su incidente en el desierto con aquel muchacho, a unos caníbales que intentaron devorarla, un enfrentamiento con una parte sangrienta y nórdica de mi pasado y algunas aventuras más, como tener que ayudar al prepotente de Ares a huir de sus propios señores de la guerra. En resumen, no son hechos que puedan dejar facilmente en paz a una mente.Dejo de pensar en mis cosas, y la muevo agarrándola por los hombros, para evitar que se altere al despertarse y que se levante agitadamente. La muevo con suavidad y ella abre los ojos al momento. Su respiración es agitada y veo que mira en todas direcciones, para ubicarse…
“Solo ha sido una pesadilla, solo eso” sonrió cuando parece que Gabrielle va a hablar
“¿Qué soñaste?”
“Nada… una mezcla entre Brunilda, y yo matando como ella y… nada, lo de siempre”
“No es lo de siempre, es lo que no debería ser nunca. Tu no podrás jamás parecerte a Brunilda, y menos matar a destajo y por diversión. Tus pesadillas son una dolorosa repetición de recuerdos” susurró preocupada, pero se que no es momento de charlas
“Pero hasta que no dejes de machacarte con esas repeticiones absurdas, estaré aquí para despertarte”
“Gracias” sisea con una gran sonrisa. Lo que le he dicho es una verdad que ella ya sabía, pero compruebo que aun asi me lo agradece. Me abraza dulcemente, y teniendo su rostro junto al mio, noto su aroma, su suavidad. Ambas nos separamos y nos retiramos a nuestras sábanas dispuestas a tumbarnos y seguir durmiendo. Desde luego, nos tumbamos y lo hacemos en nuestras mantas, pero no alcanzamos los brazos de morfeo.
Las dos estamos tendidas en dirección a la otra, y en ambos rostros, sobre la improvisada almuhada que es un doblete en la sábana, tenemos la mirada fija en los ojos de la otra.Ella da el primer paso. Estira su mano y yo la recojo con la mía. Deja que yo la deslice hasta estar junto a mi, distancia suficiente para que ella se haga con mis labios.A la mañana siguiente, no hablaremos de esto, los fogosos y enfadados besos, pasarán al monton de lo callado; el roce de nuestras pieles, nuestras caricias, todo se acumulara con mi dolor.Pero no me quejo, pues yo me lo busco. Me dejo llevar y ruedo para ponerme sobre ella cubriéndola de besos y descubriendo su cuerpo de ropa.Atravesamos la entrada de los límites de Atenas, pero aun tardamos un reloj de arena en llegar al nucleo de la ciudad, por lo que cayó la tarde cuando encontramos una posada con habitaciones libres.
El alojamiento sale demasiado caro para mi gusto, y es por culpa de las fiestas celebradas en honor a Apolo y la llegada del verano. Va a ser una semana… entretenidaNo he terminado de de pagar un establo y subir todas las alforjas de Argo a la habitación, cuando Gabrielle ya se ha hecho con un horario de todos los acontecimienntos. La dejaré que haga lo que quiera, porque yo pienso echarme y descansar de estos últimos días. Si me deja…
“¡Xena! ¡No te tumbes! Hay mucho que ver”
“Déjalo, que yo te espero aquí, tumbadita” siseo contra las sábanas, con los ojos cerrados y respirando levemente. Oigo que me lanza una bolsa y la agarro en el aire, a centímetros de mi cara, aunque desde luego, sin abrir los ojos
“Si no te levantas ya, vamos a comprobar cuantas bolsas puedes llegar a parar”
“Gab” gimoteo. Pero no sirve de nada. Oigo como se prepara y coge impulso para otro proyectil “Esta bien” gruño con tono cascarrabias, abriendo los ojos. Me levanto con una voltereta y caigo frente a Gabrielle, que me mira sonriendo triunfante
“¿Qué?”
“Ves, si que tienes energías para ir”
“¿Quién dijo nada de energía? ¡Me faltan ganas!” gruño.A pesar de que todos saben que su olimpo esta muerto, los muy teatreros engalan cada rincon de la ciudad en estas fechas, creando una preciosa vision de la misma. Los preparativos ya han acabado y todos se preocupan tan solo de divertirse. Veo al final de la calle la fachada del teatro y en los ojos de Gabrielle, unos nervios que la debaten entre salir corriendo o guardar la compostura. Asi que no la hago esperar. Entre la multitud abro camino para que nadie en medio ande estorbando y asi a los pocos minnutos nos encontramos frente a nosotras el edificio.
Es fantastico, tiene una entrada decorada con columnas cuyos capitales han debido de requerir horas de laborioso trabajo y los materiales con los que se decora cada piedra son tan caros como preciosos. Junto a la puerta se encuentra un hombre, sentado en un improvisado tenderete, recogiendo los nombres de los participantes. Gabrielle no tarda en verlo, y menos en correr hasta el. Yo la observo desde lejos, porque no me doy demasiada prisa para alcanzarla. El muchacho es Virgil y se que le hace ilusión verle, quizás más de la que me gusta imaginar.Oigo unos pasos detrás mio.Alguien me tapa los ojos. Pero no sere yo quien aparte esas manos. Aun sabiendo la respuesta, las toco y pregunto quien es:
“Tendras que adivinarlo, mama” bromea ella
“Hmmmm… ahora mismo no caigo” contesto haciendola reir mientras me libera los ojos. Lo primero que veo es a Gabrielle, avanzando hacia nosotras con los hombros rodeados por Virgil. Pero me giro al intante para abrazar a Eve, evitandome esa imagen. Mi hija me estrecha con fuerza y yo no soy menos.
“Madre…” murmura con amor. Aunque no termino de acostumbrarme al cariñoso apelativo, me encanta.
“Eve…” suspiro acariciando su pelo, antes de separarnos. Nos miramos sonrientes, cuando noto que me observa con detalle
“Madre… ¿estas bien?”
“S…si, claro que si” contesto poco segura, pero parece que logro convencerla “¿Por qué lo dices?”
“No se… sentí que algo perturbaba tu corazón. Pero quizas son cosas mias” responde más tranquila. Suspiro, recuperando la sonrisa rapidamente. Su instinto no se equivoca, pero el mio me dice que no debo confirmar sus sospechas. Sobretodo porque Virgil y Gabrielle, aun pegaditos y entre risas, se encuentran a pasos de nosotras. Al fin él se separa y viene hacia mí para saludarme, mientras Eve hace lo propio con Gabrielle.
Le abrazó con cariño, antes de colocarme de nuevo junto a Gabrielle, pero evitando que mi celosa estrategia se note.“Chicas, es un placer veros” sonrie el tan educado como siempre “Darme cinco minutos, y me escapo con vosotras” nos propone antes de marcharse de nuevo hacia la mesa del certamen.“¿Y que haces tú por aquí?” preguntó mirando a Eve, sin poder evitar sonreirla de oreja a oreja.“Hay un campamento Heliano a las afueras de esta ciudad. Escuche que pasaríais por aquí…” comenta mirando a Virgil “…y aproveche para venir. ¿Os gustó la sorpresa?” pregunta alegremente“Nos encantó” responde Gabrielle por los dos, leyéndome la mente “¿Tú tambien colaboras en la organización del festival?”“No, eso se lo dejo a Virgil” sonrie Eve “Solo vine a veros, antes de vovler al campamento”“¿Pero te quedaras al menos a los eventos de esta noche, no?” le propongo “¡Sera genial! Una buena cena y varios bardos haciendo bla bla bla” bromeo mirando de soslayo a Gabriele, que no tarda en propinarme un codazo, fingiendo estar ofendida“Parece un buen plan” acepta Eve entre risas.
La noche en la ciudad viene acompañada de varias fiestas, de manera que todos los aldeanos permanecen despiertos entre risas y eventos. Pero la mayoría del pueblo parece haberse reunido con nosotros en el festival de Bardos. El teatro recoge casi de manera aombrosa a un publico demesurado y a todos lo conursantes.Despues de muchisimo esfuerzo logramos encontrar una mesa a menos de cien metros del escenario, y omenzamos a cenar acompañados de Eve y Virgil. La cena va acompañada de risas y algunas conversaciones puntuales, pero no contamos con la participación de Gabrielle. La miro dulcemente, continúa absorta, perdida entre las palabras de unos y otros bardos.Me quejo mucho sobre estos eventos, pero es mas bien un juego, tan solo para conseguir que Gabrielle se enzarce conmigo en pequeñas y dulces discusiones.
Pero realmente disfruto de estos momentos porque adoro esta faceta suya, esa pasión por la narracaión y el arte. Es un calido soplo para mi alma ver resurgir su vena creativa y comprobar como la bardo se antepone dulce pero firme, sobre su carácter guerrero, al menos por unos instantes. Es en estas ocasiones cuando puedo ver en sus ojos la inocencia que antes siempre mostraban, y me encanta.Un bardo acaba de terminar su relatoy veo como Gabrielle aplaude con fuerza, sonriendo encantada.
Me dejo llevar por su emocion y la acompaño en los aplausos. Cuando el bardo abandona agradecido el escenaro, el presentador que ha dirigido toda la noche, le sustituye.“Este ha sido el último de nuestros bardos principiantes. Gracias por haber asistido y les esperamos mañana de nuevo. Como invitado de honor, elg ran Homero abrira la competición. Esperamos vuestra asistencia y colaboracion. ¡Buenas noches!” exclama, haciendo una reverencia y dando por finalizada la noche cuando se del escenario.“¿Homero? ¿El gran Homero?” repite entonces atonita Gabrielle“¿Te gusta?” pregunta Virgil“¿Bromeas? Me encnta. Es todo un genio de la oratoria” exclama ella, casi euforica. No puedo evitar que algo en mi estomago se contraiga molestamente y un segundo despues me escucho gruñendo:“Pfff… donde esté Safo”“Safo no tiene comparación” me apoya sonriendome “Pero ella es poetisa, Xena”“Igualmente…” insisto farfullando.“¿Vendremos a verle?” me suplica poniendo ojitos.
Temía esa pregunta y mas aun sus artimañas. Aunque no respondo aun, todo será inutil porque ella y yo sabemos que me convencera “¿Por favor…?” me pide sonriendo timidamente“Pero Gabrielle…” me apetece tanto ir a ver a ese tipo, como escucharla alabarle con adoración. Pero es que sus ojitos me desarman y ella lo sabe “… Vale” cedo finalmente“¡Bien!” exclama alegrandose y por lo tanto alegrandome a mi.“¿No te cansas de verme ceder siempre?” pregunto bromeando con una mirada acusadora“No” me sonríe alegre“Xena, no será muy tarde. Abrira el evento sobre las cuatro porque el concurso durara horas” comenta Virgil, interrumpiendonos.“Será interesante volver a verle tras casi 27 años” sisea pensativa. Interesante… si esa es la palabra… oigo que gruñe mi conciencia.
“¿Qué crees que habra sido de él?” pregunta emocionada“Hmmm… ¿qué se ha hecho asquerosamente rico y famoso?” pregunto con naturalidad. Virgil se rie entre dientes e incluso Eve suelta una carcajada, pero Gabrielle me recrimina suavemente con una mirada “¿Qué? Es cierto, ¿qué esperas?”“Xena, el no era asi. Recuerdo a un muchacho con pasión por las historias y que solo quería aprender y poder entretener”“Por lo que he oido, creo que ha cambaido un poco” murmura Virgil“¿Ves?” anuncio victoriosa. Gabrielle me hace un par de aspavientos, como quejandose, pero no contesta. Se limita a mirar de nuevo a Virgil y Eve“¿Qué se puede hacer por aquí hasta el certamen?” les pregunta “Cuantas mas cosas, mejor” añade mirandome retadora. Acepto su venganza con una risa inocente
“Lamento decir que mañana no podré acompañaros por las fiestas” aprovecha para decir Virgil “el festival es un caos y no puedo ausentarme antes del gran concurso” se excusa con modales impecables, como siempre “Pero si quereis ver a Homero, buscarme en el teatro poco antes del festival. Seguro que le encantara verte” sonríe antes de marcharse. Vale, el pronostico para nuestro sigueitne dia es mercadillos, gente a puñados y un encuentro con un idolo de Gabrielle, ¿alguien da mas?
“Tu vida, si. ¿Pero qué hay de tu corazon? ¿Se lo confiarías con la misma seguridad?” preguntó suavemente. Frente a ella la bardo agachó la mirada y Afrodita, fijandose en la guerrera, observó que esta se estremecía preocupada.“Yo…” murmuró la bardo, buscando palabras que no encontraba“Temes que Xena quiera hacerte daño o que no le importe si sufres. Y tu a cambio eres capaz de vengarte, para no permitir que ella llegue a dañarte, ¿tengo razón?” cuestionó buscando la mirada de Gabrielle.
“Tu vida, si. ¿Pero qué hay de tu corazon? ¿Se lo confiarías con la misma seguridad?” preguntó suavemente. Frente a ella la bardo agachó la mirada y Afrodita, fijandose en la guerrera, observó que esta se estremecía preocupada.“Yo…” murmuró la bardo, buscando palabras que no encontraba“Temes que Xena quiera hacerte daño o que no le importe si sufres. Y tu a cambio eres capaz de vengarte, para no permitir que ella llegue a dañarte, ¿tengo razón?” cuestionó buscando la mirada de Gabrielle.
Cuando sus ojos se encontraron pudo ver el dolor en cada lágrima a punto de derramarse y el daño en el verde oscurecido de sus ojos. La bardo estaba rota por todo aquello. Aunque era duro, supo que había encontrado la raiz del último problema.“No me siento orgullosa…” gimió aguantando las lágrimas con una mueca “… pero tenia mucho miedo. Miedo a que me abandonara, miedo de perder incluso nuestras noches, miedo de que solo yo sintiera aquel increíble amor. No era capaz de afrontar esa posibilidad. Por eso jamas quise hablar de las noches, me engañaba intentando fingir que no me mataba por dentro o que no necesitaba gritar cuanto la amaba” siseó sin ser capaz de reprimir más las lágrimas llenas de sal y amargura. Su voz, completamente tomada por el llanto, sacó fuerzas para continuar hablando
“Todo aquello me destrozaba. Por esa razón quise vengarme, buscando no ser la única que sufriera”“¿Querías devolverle todo el dolor?” preguntó Afrotida con tono magnánimo, desconsolada por las lágrimas de su amiga. Entonces recapacitó y recordó a la otra oyente. Por el rabillo del ojo, observó que Xena ya no estaba reclinada contra la pared, sino que se mantenía de pie, con los puños cerrados con fuerza y debatiéndose duramente entre esperar o correr a consolar a su bardo. Imaginó su dolor y su impotencia, pero aun tendría que esperar, un poco más solamente. Con una firme mirada le suplicó paciencia.“Si, eso era. Y fue lo más estúpido que jamás hice” respondió Gabrielle con rabia
“Tan solo me dañé aun mas y lo que es peor, dañe a la mujer que amo” siseó amargamente. Sus ojos aun no eran capaces de ver a Xena, sino hubiese encontrado a una temblorosa mujer con el corazón golpeando salvajemente contra su pecho en cada latido “No logré nada, solo tristeza y alejarla de mi lado. Siento que cada una de esas noches mancharon un poco de mi alma, pero cuando cruce la linea y fui capaz de intentar provocarle una sola lágrima a Xena… entonces mi alma se ensució por completo” siseó casi sin voz.“Gabrielle, si algo sé y si algo le enseñaste tu a Xena, es que el amor puede limpiar la más sucia de las almas” contestó sonriendo de oreja a oreja, con una tierna mirada.
La bardo elevó el rostro timidamente, con los ojos iluminados por un suave atisvo de esperanza“¿Crees que Xena me ayudaría a conseguirlo?” murmuró casi sin voz. La diosa no respondió, tan solo giró su rostro hacia la puerta de la sala. Gabrielle siguió su mirada nerviosa, cuando divisó una sombra. Primero era apenas una figura, pero se convirtió rapdiamente en el cuerpo de Xena, en sus movimientos y su sonrisa. Y cuando habló, acelerando el corazón de Gabrielle, reconoció su grave y dulce voz. Las lágrimas ya inundaban sus mejillas, sus pulmones habian dejado de respirar y todo su cuerpo tembló con pequeños escalofríos que se multiplicaron con las palabras de la guerrera:“Es lo que más deseo… si tú me lo permites y confías en mi” Aquella dulce afirmación la devoró por dentro hasta su corazón, robándole un latido.
Cualquier rastro de transparencia desapareció de la guerrera y Gabrielle distinguió sin dificultad lo más bonito que jamás había visto.Con un salto inesperado y una desesperada carrera, los ojos de Gabrielle apenas tuvieron tiempo de derramar una lágrima, antes de que se estuviese abalanzando sobre el cuerpo de Xena. La guerrera, con la más dulce de las sonrisas, esperaba el asalto con los brazos abiertos. Absorvió con fuerza la llegada de su bardo, abrazándola con tanta efusividad como permitió su tembloroso cuerpo.
El calor de Gabrielle se deslizó suavemente por todo su cuerpo y el frio de las lágrimas, contra su hombro, mientras la mecía suavemente. Cerró sus ojos y dejó que de sus labios entreabiertos escapara un suave suspiro, convertido en un ligero lloriqueo de felicidad.“Xena…” musitó casi sin voz, casi sin creer que fuera ella “Te he echado tanto de menos…” siseó con la voz ahogada por las lágrimas“Y yo a ti” respondió suavemente la guerrera, dejando que sus sentidos se acostrumbraran de nuevo a la dulcisima proximidad de la mujer “Pero ya ha pasado todo…” musitó contra el oido de Gabrielle, pero sin dejar claro si dirigía esas palabras a la bardo o a si misma “Te quiero tanto…” sonrió, aumentando la fuerza de su abrazo.
“Yo tambien te quiero…” gimió casi sin voz, separándose lentamente del abrazo de la guerrera, aprovechando su posición para admirar el rostro de Xena y recorrer cada curva de su imponente mandíbula y su barbilla, con sus dedos. Xena cerró los ojos suspirando agradecida por el toque de aquella mano “Mi amor…” siseó la voz de la bardo, reabriendo los ojos de la guerrera que mantenía una gran sonrisa, agradecida por el apelativo.
“Te prometo que con Homero no ocurrió nada… solo dos besos tontos, te lo prometo” siseó avergonzada y casi sin poder mirarla.“Tendré que matarle” bromeó elevando su rostro con una caricia, dejando que sus ojos le demostraran a Gabrielle el amor que sentía y como lo ocurrido en el pasado ya no importaba. Cuando la bardo encontró su mirada, rió entre lágrimas, sintiendo que un gran peso en su alma comenzaba a ser sustituido por oleadas de amor. En el mar de los ojos de Xena no quedaba rastro ni recuerdo de la venganza.
“No lo tendrás que hacer” musitó suavemente negando con la cabeza “Solo te amo a ti. Olvidemonos del resto del mundo” pidió“Repítelo” susurró casi sin voz, mirándola con total adoración. La bardo se colocó de puntillas y con la mano acariciando dulcemente la nuca de la guerrera, electrizando su piel, se acercó a su oido y siseó:“Te amo, mi princesa guerrera” cinco palabras que provocaro millones de sensaciones en Xena. Cuando Gabrielle se giró hacia su rostro, la encontró con los ojos cerrados y dos pequeñas lagrimas cayendo por sus mejillas. Se apresuró a borrarlas con ducles besos y mientras borraba el rastro de la primera, besando delicadamente su mejilla, la guerrera aprovechó la posición para devovlerle el susuro.“Yo tambien te amo, Gabrielle” acompañó sus palabras con sus brazos, que se estrecharon dulcemente alrededor de la bardo. Abrió los ojos y apoyó sus frentes entre si, mientras comenzaban a acunarse rodeadas por su abrazo.
“Chicas…” pronunció la voz de Afrodita, recordándoles que aun continuaba alli “No quiero interrumpir, pero…”“Pues no lo hagas” bromeó Xena, mientras entrelazaba su mano con la de la bardo y esta tiraba de ella hacia la puerta de la sala, sacándolas de alli. La siguió sin vacilar, ni mirar atrás, donde una diosa sonreía con orgullo ante la escena que veía. Desapareció de alli, sabiendo que su ayuda ya no era necesaria.Mientras tanto, en los pasillos del templo del amor, este se personificaba entre dos mujeres.
Una guerrrera detuvo el caminar de una bardo, parándose y tirando suavemente de la mano de su compañera, para atraerla hacia si. Sus movimientos eran vergonzosos y torpes, pero llenos de pasión y amor. La bardo se dejó atraer hacia la guerrera, provocando que sus cuerpos se acercaran con suavidad y sus rostros redujeron la distancia a uno o dos centimetros. Entre cavilaciones y dudas, la guerrera rogó los labios de su bardo humedeciendo suavemente su boca y lentamente ella aceptó su invitación. Y ya no hubo dudas, solo el más suave de los besos. El primer contacto llegó desgarradoramente lento, pero cuando se acariciaron entre si, acompañándolo con una suave presión, el tiempo desapareció.
Las manos de Gabrielle atraparon el rostro de Xena, no queriendo detener nunca ese beso y la guerrera aceptó gustosa rodeando la cintura de la bardo, acariciando con sus dedos su espalda.Se separaron un instante, perdiéndose entre sus ojos y las sensaciones que les provocaban. Sus respiraciones se aceleraron, como prueba de que aquello no era un sueño y los calidos alientos se entremezclaron acompañados de dos emocionadas sonrisas. Sintieron entre ellas los sentimientos que las unían y aunque fuera un lazo indescriptible, era más poderoso que ninguno.
Las embriagaba y recorría de pies a cabeza, concediéndolas un momento único solo por y para ellas.Unicamente entonces se permitieron seguir con el beso y dejarse llevar mientras sus corazones se hacían con el control. La pasión se desbordó sin poder evitarlo y ambas sucumbieron deborándose con delicadeza pero fuerza, permitiendo que el beso tomara un matiz más seductor.Aunque se habían besado mil veces antes, en las oscuras noches que ya quedaban tan solo en el recuerdo, disfrutaron de aquel beso como si fuese el primero.
Cuando las piernas de Xena comenzaron a temblar de manera casi insostenible y el calor invadió las mejillas y el cuello de Gabrielle con un tono rojizo, se concedieron un instante. Se separaron con reticencia y la guerrera, sin apartar los ojos de los de su amante, saboreó sonriente sus labios. Y el sabor de ellos le dijo porque parecía su primer beso… porque sabía a amor. Contenia pasión, dulzura, anhelo, desenfreno, pero ante todo amor. Y mirándose entre sí, escucharon sus corazones, sintiéndose y dejándose llevar por la felicidad que las embargaba, comprendieron que desde entonces siempre sería así. Pasase lo que pasase.
Fin!
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